El porqué de lo bonito del pensar

A veces, cuando no hay demasiadas interferencias, escuchamos (dentro nuestro) verdades incontestables, que bien podrían ser universales. De esas que las piensa espontáneamente (porque debió de escuchárselas a alguien antes) o el cerebro que tenemos dentro del cráneo, o ese otro cerebrito que ahora dicen que existe en el estómago. Son esas certezas que surgen cuando uno medita (y se supone que no piensa en nada), o esas aserciones que algún otro afirma, y reconocemos en seguida como correctas. Incluso cuando, con poco tiempo de diferencia, se producen dos sentencias aparentemente opuestas, podemos sentir entusiasmo por ambas. Más tarde (y sin previo aviso) las interferencias vuelven, y ya solo hay ruido de entretenimientos. Porque así es el programa de la emisora de radio de nuestros cerebros. Un maravilloso caos de vacuidad, incoherencia y profundidad.